Muchas veces se habla de la inteligencia emocional, entendida como la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados anímicos en uno mismo y en los demás, pero pocas lo asociamos a una habilidad directiva. O, al menos, no aparece entre las más buscadas.
En la búsqueda de un perfil directivo, la inteligencia emocional debería ser una de las grandes aptitudes a tener en cuenta. En el trabajo solemos dedicar gran parte de nuestro tiempo, ya sea física como mentalmente, y en muchos casos vivimos situaciones que nos marcan el estado de ánimo para el resto del día: motivación, estrés, cansancio, alegría, frustración… Es por esto por lo que es tan importante contar con un líder que sepa convivir y dirigir las emociones que pueden afectar a su equipo.
¿Cómo trabajar la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional es muy compleja, pues hay que tener alta sensibilidad para entender a las personas, su forma de ser, sus comportamientos y sus reacciones. Entender, comprender y prever qué necesitan los demás, cómo les afectará según qué noticia o situación, o cómo responderán ante un reto o presión… son capacidades con las que debería contar un/a directivo/a que tiene a su cargo personas. La empatía es uno de los rasgos que ayudarán a este perfil a conseguir el éxito, tanto personal como el de los miembros de su equipo.
Antes que nada, es importante que uno mismo sepa comprender y gestionar los propios estados de ánimo, sobre todo en el ámbito laboral. Para ello es muy importante dedicar tiempo al autoconocimiento, a conocer las fortalezas y las propias limitaciones. Esto será vital, sobre todo, al tener que afrontar momentos difíciles o cruciales para la compañía. También de este modo podremos aportar valor a las personas que nos rodean. Una forma de conocer en mayor profundidad a los compañeros/as de trabajo es facilitar la comunicación entre unos y otros, fomentar el trabajo en equipo y la toma de liderazgo.
La importancia de la inteligencia emocional en el ámbito laboral
El ámbito empresarial es uno de los más susceptibles a lo emocional, pues como mencionaba anteriormente, se viven situaciones muy dispares que pueden afectar directamente a las emociones de las personas. Contar con una persona que nos ayude a canalizarlas y trabajarlas aportará grandes beneficios al resto del equipo, como, por ejemplo, el hecho de saber gestionar los impulsos o situaciones de estrés. Al mismo tiempo que, precisamente por su posición, sepa fomentar aptitudes positivas como la motivación, la serenidad o la perseverancia, y evitar aquellas negativas como la desmotivación. Un equipo cuidado es un equipo de éxito.
Podemos decir pues la que inteligencia emocional es una habilidad de gran valor para puestos directivos y mandos intermedios.
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