Me gusta recurrir a diccionarios para tomar como punto de partida las definiciones aceptadas sobre muchos términos empresariales. En el caso de “liderazgo”, he ido a la fuente original en inglés y debemos ir a la raíz de la palabra “lead” para entender el significado: “To show the way to (an individual or a group) by going with or ahead”. Y en la acepción transitiva: “To cause to act, feel, think, behave in a certain way”.
En definitiva, liderar es “conseguir que otras personas sigan tu forma de hacer, proceder, pensar y sentir, a través de abrir un camino, andarlo y mostrarlo”. En síntesis: Liderazgo eres tú.
- Tú abres un camino, una forma de hacer y de pensar, fijas unos valores fundamentales para ti y tu empresa. No importa si son estándares o alternativos (ahora no hablamos de eso).
- Tú andas el camino, y por eso eres el ejemplo a seguir. No sirve aquello de “haz lo que digo y no lo que hago”. Eso sólo sirve para mandar bajo la potestad del cargo. Puede que tengas esa potestad, pero para dirigir necesitas además (si no primero) liderazgo.
- Tú muestras el camino, lo explicas, lo comunicas, aportas los beneficios de andarlo (por duro y largo que sea) y pones los medios para que quien quiera, te siga.
Características del liderazgo
Siguiendo estas premisas, hay tres grandes características que definen tu capacidad de liderazgo:
1. Claridad
La claridad referida a los motivos por los que eliges un camino y no otro, cuál es el fin que persigues, qué valores sustentan esta elección, cómo se refleja en el día a día en cada una de las actividades: desde una reunión con tu equipo, hasta una campaña de publicidad; desde la distribución y decoración de tu oficina hasta las condiciones de trabajo de las personas que trabajan contigo.
Fig. 1 Círculo de oro – Simon Sinek
En este punto es muy útil recurrir al ejemplo de Simon Sinek y su círculo de oro. El porqué es el propósito, el cómo son los valores, y el qué es lo que hacemos. La claridad del camino es el punto principal para que tu liderazgo sea efectivo. La ambigüedad no genera fans.
2. Ejemplaridad
La ejemplaridad es el aspecto más obvio y quizá también el más controvertido. El más obvio porque si no eres tú la referencia ¿quién lo va a ser? Y el más controvertido porque muchas veces hay una falta de coherencia entre “lo que se dice” y “lo que se hace”. Falta de coherencia que se intenta explicar o justificar por las circunstancias del momento, de la coyuntura o la excepcionalidad. Y eso está bien, siempre que sea aplicable a todas las personas de tu equipo, a las personas que quieres que te sigan.
La ejemplaridad significa que, si tú puedes hacer excepciones, los demás también. Es este aspecto, el de la ejemplaridad, el que derrumba muchos liderazgos. Lo hemos visto en la política, en el deporte, en el mundo empresarial e incluso en las propias relaciones sociales y familiares. En el caso de la empresa, esta ejemplaridad debe empezar desde dentro, desde el propio núcleo, desde ti. Y esto tan sencillo de escribir es mucho más complicado de aplicar. Para que esta ejemplaridad no acabe yendo en tu contra, te propongo que reflexiones al respecto:
- ¿En qué medida el camino que estoy abriendo y fijando, modifica mi forma de ser y/o actuar?
- ¿Qué cambios debo hacer para ser un ejemplo a seguir? ¿Tengo la disposición y motivación para llevarlos a cabo? ¿Y la determinación?
- Antes de difundir este nuevo camino, ¿he contrastado que yo soy un ejemplo a seguir?
Contestando estas tres preguntas sabrás si ha llegado el momento de comunicar, expandir, divulgar y “hacer que las cosas sucedan” o, por el contrario, debas acabar de ajustar “lo que dices” a “lo que haces”, o, mejor aún, “lo que quieres hacer” a “lo que estás haciendo”.
3. Simplicidad
Simplicidad es el tercer aspecto fundamental del liderazgo, de hecho, es el que da sentido a la propia palabra. Cuando el camino está claro y tú eres el ejemplo a seguir, ya sólo queda mostrarlo, difundirlo, y facilitar que el resto del equipo lo pueda caminar. Ahí es donde entra en juego la capacidad real de liderazgo.
Conocer las personas de tu equipo y cuáles son sus motivaciones, sus miedos, sus aspiraciones y sus dificultades o posibles resistencias es la clave para que quieran seguirte y andar contigo este camino, desde la voluntad y no desde la obligación. Esa es la diferencia entre liderar o mandar, entre inspirar y obligar. Este aspecto implica tener una serie de competencias bien desarrolladas (comunicación, persuasión, trabajo en equipo, visión global y estratégica…).
Estas competencias pueden verse potenciadas si además tienes lo que se llama “carisma”. De hecho, no es imprescindible, pero ciertamente ayuda. Si a estas competencias le añadimos (o no) el carisma, sólo falta completarlas con un conocimiento práctico de estilos de liderazgo (Lewin, Hersey y Blanchard, Goleman) y cómo ejercerlos.
Las personas en el centro de tu liderazgo
La cuestión es que con todo ese bagaje nos olvidamos de lo fundamental; de las personas que van a seguirte, de tu equipo. Esas personas que, como tú, tienen sus anhelos, sus costumbres, sus ideas y su forma de vivir la vida.
- De poco te servirá la capacidad de persuasión si no conoces la causa de la actitud de una persona de tu equipo y qué puedes hacer para que la cambie.
- De poco te servirá saberte de memoria cómo aplicar el liderazgo situacional si no sabes elaborar un plan para que un equipo o un grupo de personas quieran seguirte.
- De poco te servirá el “carisma” si las personas a las que te diriges se sienten inseguras.
- De poco te servirá comunicar perfectamente el camino a seguir, si no sabes cómo ayudar a quien tenga más dificultades.
Por eso es clave que antes de empezar a conocer y aplicar los innumerables métodos y técnicas de liderazgo, te hagas la siguiente pregunta: ¿son las personas (clientes, proveedores, equipo) lo más importante para mí?
Puede ser que no, que prefieras tener otro elemento de trabajo, y eso está genial. Dedícate a la gestión, ahí es donde podrás aportar lo mejor de ti. La gestión empresarial va de indicadores y de datos.
Puede ser que no lo tengas muy claro: tienes iniciativas, tienes ideas, tienes incluso un plan, y piensas en las personas, en tu equipo y te gusta verte al frente. Lo que viene a ser “dirigir”. Pero dirigir ya implica algo más que la gestión, también incluye el liderazgo.
Y el liderazgo va de entender y querer a las personas. Empezando por ti, porque liderazgo eres tú.
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