Personas y empresas: El horizonte del 2021 y más allá

Cuesta adivinar qué puede ocurrir en el 2021 y apostar por las mejores prácticas o las tendencias en materia de personas en las empresas. 

Si de algo estamos seguros es que las áreas de Recursos Humanos, Personas, Personal u otros nominativos parecidos, han iniciado una transformación que no tiene vuelta atrás.

Esta transformación empieza por su propio propósito. Ahora sí que las direcciones de esas áreas deben redefinir su propósito y no debe estar muy lejos de “aportar valor al propósito de la empresa”.

Cuando ya tengan consensuado ese propósito, deberán identificar los ejes estratégicos sobre los que pivotarán sus acciones; ahí cada área y cada empresa deberá realizar un trabajo específico para definir esos ejes y alinear las acciones a llevar a cabo. 

Entre esos ejes puede que nos encontremos alguno de estos ejemplos:

• Tecnología, Inteligencia Artificial y Big Data
• People Centric
• Impacto en los resultados
• Compliance

Cada uno de esos ejes llevará asociadas acciones concretas que deberán estar alineadas al resto de acciones de las otras áreas. 

Solo así se podrá generar el cambio y el impacto necesarios para afrontar el futuro con solidez y flexibilidad.

Los retos que nos plantea el 2021

Dicho esto, los retos más desafiantes a los que deberán enfrentarse las empresas y sus equipos serán todos aquellos derivados del estado actual y de lo que se ha hecho en este 2020, fruto de la reacción a la situación que hemos vivido.

Por ejemplo, armonizar el modelo de trabajo.

Y cuando decimos armonizar queremos decir encontrar ese punto adecuado en el que se aproveche lo mejor de las prácticas del trabajo en remoto y se añada lo mejor del trabajo presencial. Si se encuentra ese punto de equilibrio, ya podremos decir “¡Eureka!” (y si además lo hacemos de una forma personalizada en función de las circunstancias de cada persona, ya será de medalla).

Otro desafío es definir lo que se entiende por “sostenibilidad” de los modelos de negocio. No todo es eficiencia, ni optimización, ni aprovechar recursos o sinergias; eso es una parte de la ecuación. Falta la otra que debe responder a estas preguntas: ¿Esas mejoras aplicadas de modo reactivo e incluso por inercia, nos hacen una empresa robusta y sostenible a largo plazo? ¿para lograr qué? ¿con qué finalidad?

No es menos desafiante clarificar todo el ámbito tecnológico. Muchas empresas tienen experiencia sobrada en inversiones sin retorno convertidas en costes inasumibles. Primero se implantó la tecnología, después llegó el “para qué” y mucho más tarde “con qué medios”. Por lo tanto, en este ámbito en el que están a la vez la transformación digital, la inteligencia artificial y el big data, hay que tener la cabeza muy clara para decidir lo que sí, lo que no y lo que nunca más. Y deben responder a las preguntas: ¿qué aporta lo que voy a implantar? ¿a qué coste? ¿con qué impacto en otras áreas? ¿me acerca o me aleja del propósito de la empresa?

Y el reto de humanizar la marca para aportar valor

No me olvido de los retos en la comunicación corporativa, el marketing interno y externo, y el employer branding incluido. Este año nos ha enseñado que los mensajes humanos aportan valor, nos vinculan emocionalmente a clientes, colaboradores, empleados/as y sociedad en general. Y también es cierto que la línea entre lo necesario y lo excesivo es muy fina, al igual que la existente entre lo sensible y lo sensiblero. 

Este año ha habido de todo, incluso mucho “human-washing” reactivo. Y ahí está el reto de estas áreas: la credibilidad y la autenticidad. 

Hemos visto muchas empresas cuyos mensajes eran pura fachada y representantes con muchas máscaras. Desde ya mismo solo valdrá lo auténtico porque las personas empiezan a no creerse nada. La credibilidad, hoy, está en las personas de la calle, en las personas conocidas, en una opinión en una web, en los mensajes de empleados/as y usuarios/as. Sirve de poco una campaña de RSC mientras clientes o proveedores indican lo contrario con sus opiniones en otros foros. 

Finalmente, el reto mayúsculo estará en que todo lo anterior debe dar resultados, y en resultados incluimos los económicos, los sociales, los ambientales y los personales. 

Se habla del capitalismo consciente, capitalismo social, del bien común, Objetivos de Desarrollo Sostenible. No sé cuál será finalmente la definición que tenga más éxito o las ideas que van a perdurar, pero lo que tengo claro es que debemos cambiar nuestros planteamientos vitales tanto a nivel individual como a nivel colectivo, a nivel empresarial y a nivel social.

Solo a partir de estos planteamientos podremos incidir en un mundo mejor, no solo en el 2021 sino mucho más allá.Hace poco leí una frase de Victoria Fernández Prieto, co-fundadora y presidenta del Grupo Vicky Foods que sintetiza todo este post y que es una inspiración y guía para el futuro que queramos construir:“No quiero una empresa más grande, quiero una empresa feliz”.