En el mercado laboral actual, los cambios en la organización de las empresas están a la orden del día. Ya sea para mantenerse actualizadas o por exigencias del propio mercado, las organizaciones deben aplicar constantes modificaciones en sus procedimientos y equipos.
Según el tiempo que tardan en producirse los cambios en la organización, la manera de afrontarlos o el área a la que afecten, existen múltiples tipos. En este post veremos todos ellos, para que puedas tener una idea más clara de qué cambios son los que pueden ocurrir en tu organización y, por último, cómo gestionarlos.
Tipos de cambios en la organización según el tiempo que tardan en producirse
A grandes rasgos, podemos distinguir dos tipos de cambios organizativos según el tiempo:
Los cambios evolutivos
Son aquellos que se producen de manera gradual, poco a poco, ya que se desarrollan según un plan establecido y con un objetivo específico.
Los cambios revolucionarios
Estos, por el contrario, son cambios repentinos y, muchas veces, drásticos. Suelen ser cambios inesperados y sobre los que hay que actuar con rapidez para minimizar el impacto negativo. A veces, pueden ir acompañados de una reestructuración general.
Tipos de cambio según la manera de afrontarlos
En este caso, distinguimos cuatro tipos de cambios en la organización:
Cambio planificado
Son aquellos cambios que se producen cuando se toman las decisiones con el tiempo suficiente, permitiendo escoger las mejores líneas de acción para lograr los objetivos.
Se afrontan con actitud preventiva y proactiva, planteando escenarios de futuro que permitan estar preparados estratégicamente para lo que pueda surgir.
Cambio por inercia o imitación
Este tipo se produce como consecuencia de seguir una tendencia en el mercado. Se da cuando una empresa imita a otra de su mismo sector. El problema de este tipo de cambios es que no suele existir un proyecto o una reflexión profunda que lo sustente.
Por esta razón, va a ser difícil mantenerlo en el tiempo, ya que no suele existir una convicción por parte de los responsables.
Cambio por reacción
Este tipo de cambio se produce de forma reactiva. Es decir, la empresa, ante factores del entorno, busca la manera de adaptarse y subsistir. Y esto lo hace a través de modificar sus modelos de trabajo. El principal inconveniente de este tipo es que no suele haber ninguna estrategia definida, lo que conlleva realizar ajustes y modificaciones constantes y sobre la marcha.
Cambio por tensión final
Este cambio sucede cuando la empresa no ha sabido percibir las señales de cambio o lo ha hecho demasiado tarde. Por lo tanto, el cambio se producirá con demasiado retraso y de manera precipitada, lo que puede llegar a generar una crisis.
Tipos de cambio según el área a la que afecten
También hablamos de cuatro tipos en este caso:
Cambios estructurales
Estos son los que afectan a la estructura u organigrama de la empresa y pueden ser debidos a cambios en los procedimientos o en la estrategia organizacional. Este tipo de cambios suelen implicar una transformación en la relación entre las personas y sus respectivas funciones.
Cambios tecnológicos
Este tipo de cambios son los que van relacionados con la introducción de nuevas herramientas o con la digitalización de procesos. Son un tipo que hemos visto mucho recientemente y que, en muchos casos, se han tenido que hacer de manera precipitada.
Cambios de personal
Como su nombre indica, estos cambios se dan cuando existe alguna modificación a nivel de recursos humanos. Puede ser desde una nueva incorporación, hasta ascensos que afecten al resto del equipo.
Cambios en los procesos
Estos se suelen dar con el objetivo de mejorar la eficiencia del trabajo y la productividad. Suelen ser cambios importantes en búsqueda de la innovación.
Todos los tipos de cambio que hemos visto con anterioridad no son excluyentes los unos de los otros. Por ejemplo: un cambio tecnológico puede ser revolucionario, por imitación e implicar cambios en el personal de la empresa.
¿Cómo gestionar estos tipos de cambios en la organización?
La manera de gestionar un cambio dependerá de las causas y el objetivo de este. Pero lo que sí es imprescindible es que todas las partes involucradas estén comprometidas con él. Las personas de la compañía deben sentir que son parte de ese cambio. Y, para conseguirlo, es necesario conocer a dichas personas, sus valores, sus creencias y sus comportamientos.
Para que un proceso de cambio pueda implementarse con éxito y sostenerse en el tiempo, es fundamental tener en consideración el factor humano. Las personas deben confiar, estar motivadas y capacitadas para afrontarlo. Y para ello, la figura de un/a buen líder será imprescindible.
Ejercer un liderazgo efectivo en tiempos de cambio es fundamental para alcanzar el éxito.
Y, aunque existen diferentes modalidades para gestionar los cambios organizacionales, hay 3 fases principales que todo proceso de transformación recorrerá.
¿Qué etapas existen en un proceso de cambio en la empresa?
Planteamiento del enfoque
La primera etapa consiste en un planteamiento del enfoque. Es el momento en el que se plantea una estrategia, enfocada en el objetivo y los resultados que se quieran obtener. Se intentarán también tener en cuenta los posibles inconvenientes que puedan surgir y sus soluciones para estar preparados de antemano. ¿Cuál es el objetivo? ¿Quién deberá hacer su trabajo de forma distinta y cómo? ¿Qué se necesitará? Estas son algunas de las preguntas que se tendrán que plantear en esta etapa.
Gestión del cambio
La segunda etapa es la gestión del cambio propiamente dicha. Es en esta fase en la que se desarrollarán las acciones y planes que se hayan previsto en la primera etapa. En este momento, se debe estar abierto a ejercer cualquier modificación en los planes si las circunstancias así lo requieren. Aquí se plantearán preguntas como: ¿Qué harás para equipar y apoyar a las personas?, ¿cuál está siendo el progreso? o ¿qué ajustes se deben hacer? Y es el agente del cambio el que jugará un papel fundamental.
Mantener resultados y realizar ajustes
La tercera etapa es el mantenimiento de resultados y ajustes según estos. Aquí se establece el enfoque para garantizar que se adapte el cambio y que la empresa se comprometa a mantenerlo. Las preguntas por plantear en esta fase serán: ¿Dónde nos encontramos ahora? ¿Ya se ha implementado el cambio? ¿Qué se necesita para asegurar que el cambio perdure?
En definitiva, gestionar un cambio es una labor difícil, pero que requiere de toda nuestra atención. Una buena gestión del cambio asegurará buenos resultados, aunque se trate de cambios repentinos.
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